La experiencia me ha enseñado que nadie puede sanar a otra persona, sino que únicamente uno/a mismo/a puede ejercer ese papel. No obstante, hay momentos oscuros del camino en los que encontrarse junto a otra persona que escuche atenta y refleje nuestra propia luz, puede resultarnos de gran ayuda.

El camino al que me refiero es aquel cuyo destino eres tú, esperando con tus partes desterradas para fundirte en un abrazo. El descanso, por fin, en el verdadero ser.

Estas palabras que pueden resultar un tanto abstractas, se concretan en dejar de vivir en base a ideas: de lo que somos, de lo que es el mundo, de las expectativas de los demás…

Para dar este salto se requiere del coraje de escuchar la voz interior, la voz del corazón. Esta nos invita a tomar la vida como viene, a soltar lo aprendido para nacer de nuevo a cada instante y hacer el ejercicio constante de vivir sin prejuicios.

Lo maravilloso y desafiante es que no existe un camino igual al tuyo. A cada persona sin excepción nos está esperando un viaje heroico con aventuras, pruebas, amigos y tesoros por descubrir. Y cada día es una oportunidad para elegirlo.

Mi propuesta no es una vía fácil o acomodaticia; implica responsabilidad, tesón, a ratos dolor y mucha incertidumbre pues, como decía, no hay un mapa ya trazado que yo te vaya a ofrecer. En lo que sí podré apoyarte es en leer esos conflictos y dificultades que ahora te atormentan en otra clave, darles un sentido que te ayude a vivir mejor, más conectado contigo y con lo que te rodea.

Es también por ello que la etapa del camino que compartamos ha de ir cargada de amor y compasión, paciencia, humildad, compromiso y dedicación por parte de los/as dos. Necesita de la construcción de una relación de confianza, complicidad, apoyo y aprecio mutuo para que, desde ahí, pueda crearse algo verdadero, bello y valioso.

YouTube
LinkedIn
Share
Instagram
WhatsApp